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Writer's pictureAndrés Navarro

Sin tiempo que perder

En la mayoría de los casos, nuestra relación con “el tiempo” es, como mínimo, complicada.


No dejo de escuchar, en demasiadas ocasiones, quejas de la gente que me rodea respecto a su tiempo: “haría X, pero no tengo tiempo”, “no me da tiempo a hacer todo lo que debo/quiero”, “no me da la vida”, “quiero hacer X, pero estoy muy ocupad@”, “déjame consultar mi agenda…”, “necesito unas vacaciones”, “necesito descansar”…


Hay parte de verdad en todas estas afirmaciones, pero sólo una parte. Es cierto que el tiempo es limitado. Antes o después moriremos y, aunque no sabemos con certeza de cuanto tiempo disponemos antes de que esto ocurra, sabemos que es una cantidad finita; limitada. Está bien ser conscientes de que no tenemos toda una eternidad para ser capaces de aprovechar al máximo el tiempo del que disponemos.


Pero, aunque no sea infinito, eso no quiere decir que dispongamos de “poco” o “escaso” tiempo. Piensa en los últimos años. Puede que te parezca que hayan pasado en un suspiro, pero, si los analizas detenidamente, te darás cuenta de que han sido una sucesión tan grande de horas que apenas podemos contarlas. Probablemente no las hayamos empleado tan bien como hubiésemos querido, pero eso no quiere decir que hayan sido pocas. Aún tenemos innumerables horas. Hoy, esta semana, este mes.


Concéntrate en esa inconmensurable cantidad de tiempo del que aún disponemos. Es cómo el oxígeno a nuestro alrededor: es limitado y necesario para la vida, pero (generalmente) disponemos de más que suficiente como para respirar profunda y tranquilamente.


Más aún en esta etapa histórica tan particular que vivimos. Muchos han dejado de trabajar, otros han debido adaptarse al teletrabajo. Todos debemos pasar nuestro tiempo de ocio en nuestros hogares. Estos cambios nos hacen ser más conscientes del tiempo del que disponemos y son la oportunidad perfecta para replantearnos qué queremos hacer con él.


Por eso quería aprovechar para reflexionar sobre algunas formas de mejorar nuestra relación con el tiempo:


1. Valora el tiempo del que dispones. Cada día es un incalculable regalo en forma de 24 horas, cientos de minutos, miles de segundos. Disfrútalo. Sé consciente del increíble valor de cada momento y aprécialo en su totalidad.


2. Emplea tu tiempo intencional y plenamente. Si cada momento es un regalo, ¿quieres desperdiciarlo? No malgastes tu tiempo, empléalo. Deberías utilizarlo en algo importante y, por supuesto, ¡tú decides qué es lo importante! Trabajar lo es, pero descansar, cuidarte, disfrutar… También son cosas fundamentales.


3. Establece honestamente tus prioridades. Demasiadas veces usamos el tiempo como excusa para rechazar un plan o no hacer determinada actividad. Y muchas veces no estamos siendo honestos. Todos tenemos tiempo, simplemente tenemos que priorizar. Decidimos en qué emplear nuestro tiempo en función de lo que sentimos que es importante para nosotros. Siendo honestos, podemos cambiar la frase “lo siento, no tengo tiempo” por “en este momento, no es mi prioridad”. Así, cambiando “no tengo tiempo para hacer X” por “el tiempo que tengo lo prefiero emplear en Y”, sustituimos el “no puedo” por el “no quiero” y recuperamos el control de nuestro tiempo.


4. Genera espacio en tu día a día. Ahora que tienes claras tus prioridades, asígnales el tiempo necesario para llevarlas a cabo. En ocasiones queremos hacer algo que sentimos importante, una prioridad, pero no encontramos el momento. Entonces tenemos que crearlo. Planifícalo en tu calendario diario, semanal, mensual. Y si no eres capaz, es sencillo: realmente no es una prioridad en este momento.


5. Evita acostumbrarte a las cosas. Es fácil sentir que el tiempo pasa más rápido año tras año. Esto se debe a que cada día nos acostumbramos más a nuestras actividades habituales, a las cosas que nos rodean; y activamos el “piloto automático”. Dejamos de prestar atención. ¿Qué te parece si evitamos activamente que esto ocurra? ¿Qué tal si vivimos, si observamos, cada detalle como si fuese la primera vez que lo experimentamos? Esta práctica de meditación nos hará estar más presentes en cada momento, ser conscientes y disfrutarlos plenamente.


6. Imagina que te avisan de que vas a morir en un año. Estoy seguro de que eso nos haría cambiar nuestra percepción de las cosas, del tiempo. Conozco casos de gente que ha experimentado situaciones similares y todos han comentado como eso les hizo reorganizar sus prioridades. Todos sabían que su tiempo era limitado, pero, repentinamente, se hizo MUY limitado; y eso les hizo ser mucho más conscientes de ello. ¿Por qué no empezar ahora? Este momento es el perfecto para replantearnos esas prioridades y vivir conforme a ellas de aquí en adelante.


Este es el mejor momento para revisar la manera en la que vivimos, empleamos y disfrutamos de nuestro tiempo porque… ¡No tenemos tiempo que perder!


Fuerza y honor.

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